miércoles, 29 de agosto de 2012

Final de verano soñado


Sentarme en la terraza mientras el sol desaparece poco a poco del horizonte, iluminando nuestros primeros intentos de conversación del día. Unas cuantas cervezas a mano que llenen los silencios secundarios. Sentirte cerca y saber que, por momentos, nuestras mentes vuelan a kilómetros de aquí, sopesando qué nos traerá un nuevo curso, un nuevo ciclo. Mirarte entre trago y trago y saber que no podría conocerte más, sin embargo aprenderé algo nuevo de ti cada día. Consumir las horas entre borrachera y borrachera hasta que llegue el frio, por pasar el rato y detener el tiempo. Quemar juntas los últimos días de verano.
Y cuando empiece a hacer frío y el sol haya dejado paso a la noche, traerte una manta, sustituir las cervezas por dos copas de vino. Hablar de las fiestas a las que no hemos ido, de las noches que apenas recordamos, de lo desconocido. Pero mencionar también esa foto inolvidable, las risas de este verano y ese pitillo a medias que seguimos compartiendo. Nunca he dejado de tenerte a medias y nunca nada me ha sabido tan entero.
Tararear los grandes éxitos de nuestra vida, bailar sin música, acumular anécdotas.
Sentir la piedra fría en los pies, el calor de tu mano en mi nuca y el vino en los labios.
Y cuando los ojos se me vayan cerrando, presas inevitables del trascurrir del tiempo, te diré que es hora de dormir. Mañana será un nuevo día pero será el mismo, o tú y yo lo viviremos igual. Y me acostaré con la certeza de que si el otoño que llega es como estos últimos días de verano, entonces será maravilloso; la vida será maravillosa. Recuerdo que alguien me dijo esa frase una vez: La vida será maravillosa. Estoy segura.

martes, 14 de agosto de 2012

Montaña rusa


Si la vida fuera una montaña rusa te pagaría la entrada para que fueras mi compañera de travesía. Tu función principal sería la de compartir en las alturas esos instantes mágicamente felices, esos momentos tiernos que dibujan sonrisas sinceras. Serías la luz que me ayude a distinguir lo que realmente quiero. Porque creo que el fondo buscamos lo mismo, de distinto modo o en distintos lugares y personas pero sigue siendo lo mismo, esa esencia extraña que tanto parece desentonar con el mundo.
Una buena compañera de viaje entiende que en cualquier momento la montaña rusa puede descender bruscamente hacia lo más bajo, pero que la intensidad y la adrenalina del momento justo previo a la caída hacen que valga la pena. Aunque solo sea por el privilegio que tenemos de alcanzar a vislumbrar vistas con las que otros sólo sueñan. Precisamente por eso elegimos esta atracción y no cualquier otra. Y por lo imprevisible que puede llegar a ser el rumbo que toman nuestras conversaciones.
En lo más bajo, una buena compañera de viaje sabrá frenar la caída con palabras sinceras y estará ahí hasta que los raíles nos lleven de nuevo a las alturas. Una verdadera yonki de la adrenalina es en ese momento cuando permanece más fiel a sus ideales, cuando no sabe si habrá más caídas.
La magia sorprendente que es tenerte alrededor tiñe el café con leche clara, endulza el momento sin que pierda su esencia; tal vez no lo entiendas pero haces que el aire que me golpea en la cara mientras el vagón avanza tenga un extraño sabor a viejo (“old” pero en el mejor sentido de la palabra); como algo que no se desgasta, que permanece guardado para quien sepa encontrarlo, como algo cuyo valor solo puede crecer con el tiempo hasta convertirse en ese tesoro en el que estuviste a punto de dejar de creer.
Ahora que sé que no estoy sola y que la aventura solo ha comenzado… Are you ready for another ride? Yo invito.

You are so fucking special





Han pasado 24 horas y aún noto la electricidad en la piel. Tumbada en la cama siento los latidos del corazón contra el colchón y sigo sonriendo como si me hubieran drogado. Tal vez me has drogado. Drógame otra vez mañana.
La multitud se dispersa y te veo, pero te veo con los cinco sentidos. No me creo más que nadie pero dudo que alguien te haya visto así. Dudo que alguien sepa que eres la chica que más poder ha tenido en mi vida, la única que mantiene ese poder después de años. Puede que ni siquiera Wendy hubiera tenido la fuerza para frenar el impacto que en mí habría supuesto un sí de tu parte. La intensidad con que siento tus abrazos aún ahora, me hace pensar que quizás el mundo no estaba preparado para un sí compartido en voz alta, para dejarme darte todo el amor que guardo dentro.
Este es sólo un reencuentro inesperado con la vida que quizás podría haber tenido… en un mundo distinto, en el que tú y yo no fuéramos tú y yo o fuéramos precisamente eso.
Pero haberte conocido y tener esa extraña relación incalificable hacen que me sienta TAN especial, que solo puedo estarte agradecida por hacerme sentir tan viva. You are so fucking special.

“Sin brindar celebraré los días no vividos”

viernes, 3 de agosto de 2012

Pero no eres tú


Me levanto de la cama como un resorte, como si llegara tarde a la cita más importante de mi vida o hubiera olvidado hacer algo imprescindible. Me levanto con un gran impulso… pero dos horas después de despertar. Cuando he abierto los ojos y he visto ese dibujo de París he vuelto a revivir la historia. La siento como si fuera hoy porque de alguna forma sigue en mí.
En mi imaginación recorro aquellas calles ya no  con la calma propia de un turista que tiene todo el tiempo del mundo, sino con la tranquilidad que da el saber que el tiempo se ha detenido en esa ciudad. Camino con la calma de quien está a gusto con el espacio, de quien se siente parte de la historia de la capital francesa. Repaso con la mirada cada edificio, cada puente, la Torre Eiffel, cada puesto o pequeño rincón que recuerdo y veo mi historia grabada en todas partes. Me enamoré por primera vez en París y por ello siempre estaré unida a ella.
París es la amante perfecta. Fue la primera y por ello inolvidable. Supo darte el cariño que no habías encontrado en ninguna otra ciudad, supo guiarte hasta alcanzar caminos nunca antes explorados en los que la meta fue hallarte a ti misma. Te perderías mil veces por sus calles y, sin embargo, nunca has estado tan segura de NO estar perdida. París te mostró cómo perder el miedo a volar, a subir a lo más alto arriesgándote a caer pero sabiendo que la recompensa puede ser rozar el cielo; borró el temor a lo desconocido. París te enseñó a soñar y por ello nunca dejarás de estarle agradecida, en el fondo de tu corazón nunca dejarás de serle fiel. Por muchas ciudades nuevas que llegues a conocer o incluso amar, París tendrá siempre un hueco especial en tu mapa: será un punto de referencia al que recurrir cuando necesites volver a sentir el calor de aquel abrazo, cuando quieras recrearte en esa sensación que desató el amar sin precedentes, sin carteles indicadores ni salidas de autopista.
París es mágica, es romántica pero puede recordarte que estás solo. Es misteriosa, tentadora, puede ser dura o cautivadoramente tierna. Nunca volverás a encontrarla, por mucho que viajes, habrá ciudades semejantes quizás pero nunca la misma. Lloraste y reíste con ella, fuiste más tú que nunca y fuiste cualquier otra persona, hasta comprender con gran pesar que nunca podrás atraparla, enamorarla; la alcanzaste un día y pudiste conocerla y amarla, pero París nunca será tuya y debes limitarte a vivirla.
Quizás por ello, por lo inalcanzable dentro de lo posible, por ser un sueño a medias vislumbrado, París es la amante perfecta, porque la fugacidad de la magia te impedirá ver sus defectos, porque el amor que sientes por ella te dejará desarmado sin parcialidad y porque su belleza marcará el índice de todas tus travesías futuras. Porque en París comprendiste que no querías ser impar. Y cuando el tiempo pase y tengas que decirle adiós y dejarla atrás (por mucho que te duela), llenarás la maleta sólo de buenos recuerdos, como en cualquier viaje pasajero y eterno, como en cualquier primer amor que nunca llegaste a alcanzar.
Me levanto de la cama con toda la energía del mundo porque me he dado cuenta de que, efectivamente, me había olvidado por un instante de la cita más importante de mi vida, esa que me une para siempre con lo que soy. Es cierto que alguna de esas noches se me había olvidado algo imprescindible: en esa ciudad empecé una búsqueda en la que no puedo rendirme, en la que mi objetivo es encontrar lo que París no pudo darme y siempre he soñado. Me levanto de la cama a buscarte a ti, estés donde estés, seas quien seas. Porque París será siempre París, aunque ella no lo sepa, pero París no eres tú.