martes, 9 de febrero de 2016

La única movida que existió en Madrid: Capítulo 3

Pasé mi primer mes en Madrid de bar en bar, de noche en noche. Casi no dejaba tiempo a mi cuerpo para recuperarse de la resaca; principalmente porque cada mañana que me despertaba con dolor de cabeza pensaba en cuánto me gustaría tenerte a mi lado. Así que intentaba volver a dormirme y esa misma noche salía de nuevo. A veces despertaba sola, a veces no sabía ni dónde estaba y en ocasiones unos brazos que no eran los tuyos se aferraban a mí cuando los primeros rayos del día se colaban en la habitación. Podían ser los brazos y las manos más femeninas del mundo que cuando me envolvían traían consigo una sensación de asfixia. ¿Cómo podía ser que hubiese vuelto a caer en eso de besar a una chica mientras pensaba en otra? ¿Cómo era posible que el pasado volviese siempre a mí?