Esperé hasta que se durmió, la acaricié con
la mirada durante unos minutos y finalmente me levanté a las 7am con todo el
cuidado del mundo para no despertarla. Mi avión no salía hasta las dos del
mediodía pero si me quedaba una hora más en esa cama temí no marcharme nunca.
Como todas las mañanas de esa semana me
desenredé de su cuerpo, desnudo en esta ocasión. Me vestí, cogí la maleta y me
fui. Como única despedida dejé una carta dirigida a todo el grupo y una nota
para ella en la mesilla:
"Sabes que si me
necesitas volveré. Avísame si alguna vez te cansas de jugar."
No
sé si se la enseñó a las demás, si les contó o no lo que había pasado esa
última noche, si me odiaban por marcharme así después de acostarnos por primera
vez… Si ella me perdonó por dejarla en la cama y no despertarla.