domingo, 31 de diciembre de 2017

El año del miedo

Bailé viendo en directo a Carlos Vives y Ricky Martin, pasé un fin de semana en Girona para ver a Love Of lesbian, Lady Gaga me canceló un concierto, me perdí el de Mimi en Razz porque a mi acompañante le dio un ataque epiléptico y Lorde me enamoró con su Melodrama.

Somos muy de drama en mi piso ahora que desde Marzo tenemos nueva compañera. Ellaaaa que estudia arte dramático y nos monta perfomance en el salón como si sus dramas personales no fuesen suficiente para un reality. “Di no al corto de mierda. Tú de Acacias para arriba”. Y somos un poquito más internacionales también porque además de dos gallegos y un chileno este año hemos sumado al piso a una valenciana y un galés. Y un bulldog francés. Vamos, que servimos para chiste.

Cooper es lo mejor que nos ha pasado en 2017. Siempre siempre siempre he querido un perro en mi casa y ahora que por fin vivo con uno, pese a ser bastante desastre, no me cansa. Lo adoro a él y mi conexión con él. Aunque nos robes calcetines, aunque me despiertes aullando desde el otro lado de la puerta de mi habitación para que te deje pasar, aunque no entiendas de espacio personal, te quiero para siempre Cooper.

Confieso que tengo un poco de miedo a que mis 15 minutos de fama se hayan evaporado este año porque he tenido una serie de coincidencias o interacciones con famosos que bien pueden ser el máximo reconocimiento que vaya a conseguir en la vida. Daniela Blume me siguió en Twitter, Macarena García me respondió a una historia de Instagram, Mimi le dio a me gusta a un video en el que mi compi de piso y yo pedíamos su repesca en OT, vi a Amenábar de fiesta y a uno de Sálvame, nos hicimos una foto con Javier Ambrossi en el singalong de La Llamada, Elettra Lamborghini retwitteo algo que he escrito yo… Y luego está EL MOMENTO con el que cierro un círculo con mi yo adolescente, que es en el que Javier Calvo se mete al baño conmigo y se pone a mear delante de mí. Voy a omitir LA FRASE, que ya saben a quienes les he contado la historia, porque tampoco es cuestión de ir manchando reputaciones por ahí. Pero vamos, que Física o Química era un buen reflejo de la vida.

De lo que sí estoy de verdad orgullosa, más allá de estos momentos de frikifan, es de que este año he conseguido reconectar con una parte super importante para mí. He escrito más que nunca, he salido de un atasco creativo y he empezado nuevos proyectos. Para los que creen que ver realitys es una pérdida de tiempo, gracias a uno ha surgido de lo más profundo de mí la historia de la que estoy más orgullosa hasta la fecha; se llama Incendios de Nieve y tiene más de 20.000 visitas. Y ojalá suponga el principio de un camino a alguna parte.

Otras cosas que he hecho este año: he ido a una fiesta a un aeropuerto en medio de la nada, al lado de Andorra; he estado en los carnavales y el orgullo de Sitges; he vuelto a Francia; he llorado en una terminal sola a las cuatro de la mañana y he leído uno de los mensajes más importantes de mis últimos años mientras esperaba para pasar el control de seguridad. Este año me he montado en moto por primera vez y allí me he sentido más libre y segura que nunca. Descubrí además que pese a ser yo del norte, a veces en el sur y su magia está la respuesta a todo. Vi arder Galicia en la distancia y la sentí más mía que ningún año. Recibí una llamada a las tantas de la mañana en la que sobrevolaba un “te echo de menos” nunca dicho. Descubrí que la poesía es mi mejor vía de escape y también la más sana. Di besos sin querer, quise sin besar y entendí al final de todo que a la que debo querer antes que nada es a mí misma. He sentido Barcelona cerca y lejos a la vez, no sé si es mi destino definitivo pero me quedo con los buenos momentos que me ha dado. Me quedo con la gente maravillosa a la que he conocido y con la teoría del espejo que es lo más útil que he aprendido en todo el año.

Y precisamente por ella me preocupa que todas las chicas con las que he conectado en estos doce meses, absolutamente todas, reflejaban miedo. Miedo a que las juzguen, miedo a involucrarse emocionalmente, miedo a perder el control y, sobre todo, miedo a sí mismas. ¿En pleno Siglo XXI, por qué seguimos teniendo tanto miedo? No acabo de entender cuál es mi papel en la vida de todas estas chicas pero supongo que si la historia se me repite por algo será. Lo que sí he aprendido es a estar orgullosa de haber sido sincera conmigo misma hace tantos años, de haber actuado en consecuencia, de estar siempre con el corazón abierto a gente nueva. Puedo ser un desastre, tener mil defectos y ser incluso kamikaze a veces, pero sé que al final del día y al final del año puedo estar tranquila de no haberme guardado nada; mientras ellas, por unos u otros motivos, viven para siempre en una vida paralela. Yo disfruto de la mía. Disfruto de los míos. Y brindo por muchos años más. 

... y ya estaría.