domingo, 2 de diciembre de 2012

Lady Drama

Conocí a Lady Drama en una calle de Madrid. Vaqueros rotos y cazadora de cuero siempre desabrochada. Con pinta de haberse pegado la noche de su vida sin que eso pareciera suficiente.
Nunca me prometió más que momentos intensos: peleas a la puerta de un bar, un orgasmo en un baño, cigarrillos a medias y llamadas de madrugada para decirme que me quiere sin quererme.
Lady Drama te absorbe el alma, te confunde, capaz de lo mejor y de lo peor. Con un físico que volvería loca a la más hetero y un corazón en cuidados intensivos, es capaz de ver fantasmas donde no los hay y de montarse películas dignas de Hollywood.
A Lady Drama le daría mi ropa antes que mi alma, la llamaría por su cumple pero no en Navidad, le pondría a Guns and Roses antes que a Adele y le pagaría una copa una noche cualquiera pero nunca le regalaría flores. O eso pensaba.
 Es esa persona que encenderá una parte de ti que ni conocías hasta el momento, que te invitará a llevar esa filosofía de vivir el día a día. Me dará noches dignas de recordar, seguro, y sonrisas por la mañana cargadas de un feliz agotamiento, pero nunca me plantee que ella fuera el amor de mi vida… Hasta ese momento.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Tres estaciones y media


Si hay una estación en la que no creía que fuese a pasar era verano. Tan falta de ropa como de preocupaciones o complicaciones.  Llegaba a las vacaciones con el propósito de dedicarme a mí misma ese tiempo que tanto me negaba o faltaba el resto del año; cogía el verano con la idea de disfrutar de una perfecta e indolora soltería tras haber superado a esa primera chica. Y, sin embargo, protagonizaste uno de esos momentos que brillan más que el sol en pleno julio. Fuiste el calor más grande y más humano que he conocido, no de esos agobiantes de los que pretendes escapar sumergiéndote en el agua, sino de esos que abrazas con una sonrisa y una cerveza en una terraza a medianoche. Vi tu pelo rubio en un callejón sin salida, me abrazaste en una piscina vacía y aún así supe que eras tú; eras Summer y nadie más volvería a serlo. Y cuando sientes algo así no existe la menor duda posible.
Pero si fuéramos una estación, contra todo pronóstico, seríamos otoño. Se supone que es la estación más melancólica, pero cuando las hojas se despegaban de los árboles dejándolos vacíos, tú y yo construíamos recuerdos nuevos. Me llenaba de ti cada martes por la mañana mientras Michael Buble nos servía de despertador. Nunca he vuelto a querer como lo hacía en esos días. “You are always on my mind” Y quizás por eso fue la estación que más rápido se me pasó, aunque también la que más tiempo duró en mi.
Y cuando el invierno llegó resbalamos mil veces, te escapabas de mis brazos tan rápido como habías llegado a ellos. O quizás te echaba yo. El frío me caló en los huesos durante unos días pero créeme, nunca dejé de sentirlo, siempre creí que eras tú. Pero es posible que tú nunca lo tuvieras tan claro. Te agarré con más fuerza que nunca bajo la fría lluvia de diciembre y despedimos el año con el beso más cargado de incertidumbre que he dado nunca. Podías ser el amor de mi vida o podías dejarme al día siguiente sin mirar atrás. Pero al menos aún había esa duda, aún compartías conmigo un momento tan especial. Y parecías feliz. Mi deseo de año nuevo fue vivir esa "noche del 99 que llegó hasta abril”.
Pero nunca la vivimos. El nuevo milenio se presentó en nuestras vidas y nada volvió a ser igual. La primavera chocó con nosotras con tal intensidad que nos destrozó de todas las formas posibles. Seguía adorando tus imperfecciones, ¿pero me harían feliz un año después? ¿Y cuando tuviera treinta? Verás cariño, nunca dudé de que me quisieras sino de tu forma de querer. Quizás no lo entiendas, pero sigo creyendo que cuando das tu corazón los das al cien por cien. No soporto a quien ama sin ganas, a medias, con el freno de mano siempre puesto. “Nunca lo sabes, nunca estás seguro; la seguridad es para los que no aman”. Y nunca te vi en ese instante de desesperación cuando crees que vas a perder algo que quieres con locura. Por eso cuando te fuiste no me sorprendí tanto, por eso nunca completamos las cuatro estaciones, no llegamos ni a los 500 días juntas.

lunes, 29 de octubre de 2012

Ella

Y entonces ella me preguntó: ¿Y qué buscas tú en una chica?
Y sin pensarlo así definí a la mujer de mi vida: Debe estar loca; ser una montaña rusa en el mejor sentido, de las buenas que te hacen vibrar y te dan chutes de adrenalina pero con las que sabes que también habrá caídas, precisamente porque lo vives todo a gran velocidad. 

Esa es mi forma de querer: como si no hubiera mañana, sabiendo que si lo hubiera lo planearía siempre con esa persona... para siempre.

Y una sonrisa me invadió por dentro. Tener la certeza de que sabes lo que quieres a veces es incluso mejor que haberlo encontrado. Te da esperanza, te da algo por lo que luchar. 

"No es que padezca Insomnia, es que me falta Oniria"

miércoles, 17 de octubre de 2012

LLuvia


Ver a través de la ventana una vespa blanca aparcada bajo la lluvia; las gotas empañando el cristal. Y recorrer el mundo sobre ella en tu imaginación.

Pasear por Roma cogiéndote la mano, acariciarte los nudillos dibujando pequeños círculos. Sonreír a un turista que pasa a tu lado o ignorar el móvil que suena incesantemente en tu bolsillo. Saludar a los amigos que os esperan en una terraza a la sombra. Mirarla como si fueras a descubrir algo nuevo cada segundo, saborear el vino en sus labios.  Poder vivir la vida en francés, inglés o castellano pero siempre, siempre, entenderla en italiano. Y saber que has llegado a tu destino.

Sonríes en tu pequeña habitación y apoyas la cabeza en el respaldo de la silla, maldiciéndote por tu eterna condición de soñadora. Y una lágrima resbala por tu realidad y roza tu sonrisa. Es entonces, justo en ese instante, cuando comprendes que hay alguien viviendo esa vida; en algún lugar del mundo existe esa persona que vive la vida que tú sueñas y sobre la que escribes. Y esperas, de todo corazón, que la esté disfrutando. Tú sin duda lo harías.

domingo, 7 de octubre de 2012

La canción que escuché una noche


Hay días que enciendes la radio y escuchas una canción tras otra sin que ninguna te diga nada. A veces tarareas alguna un par de días, una noche quizás, pero pronto se irá también de tu cabeza. Sin embargo, hay otras canciones que se cuelan poco a poco: el primer día te dejas llevar por el estribillo, te acaricia la piel pero también te invita a abrir tu mente, te gusta, te llama la atención y a medida que pasan los días y la vas escuchando te aprendes también las estrofas.
Es ese último tipo de canción el que más tiempo permanecerá en tu mente, el que hará que te sientas impaciente por volver a escucharla. Una canción que habla de puertas que se abren y se cierran, que deja entrever pero nunca es clara, que a veces parece lo más dulce y a veces lo más indefinible. Invitadora, distinta, quizás no para todos los públicos. Y cuando aparezca de nuevo la oirás aún con más ganas, con más atención, intentando descubrir en ella cosas que las primeras veces se te habían escapado, tratando de imaginar cuál es la historia detrás de esas letras.
Es entonces cuando te harás tus suposiciones y la sentirás a tu manera, porque la misma canción es distinta según quién la escuche. Te gustaría tener todas las claves para tocarla, para que suene cuando quieras que lo haga, pero es difícil tocar una canción sin conocer todos sus acordes.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Final de verano soñado


Sentarme en la terraza mientras el sol desaparece poco a poco del horizonte, iluminando nuestros primeros intentos de conversación del día. Unas cuantas cervezas a mano que llenen los silencios secundarios. Sentirte cerca y saber que, por momentos, nuestras mentes vuelan a kilómetros de aquí, sopesando qué nos traerá un nuevo curso, un nuevo ciclo. Mirarte entre trago y trago y saber que no podría conocerte más, sin embargo aprenderé algo nuevo de ti cada día. Consumir las horas entre borrachera y borrachera hasta que llegue el frio, por pasar el rato y detener el tiempo. Quemar juntas los últimos días de verano.
Y cuando empiece a hacer frío y el sol haya dejado paso a la noche, traerte una manta, sustituir las cervezas por dos copas de vino. Hablar de las fiestas a las que no hemos ido, de las noches que apenas recordamos, de lo desconocido. Pero mencionar también esa foto inolvidable, las risas de este verano y ese pitillo a medias que seguimos compartiendo. Nunca he dejado de tenerte a medias y nunca nada me ha sabido tan entero.
Tararear los grandes éxitos de nuestra vida, bailar sin música, acumular anécdotas.
Sentir la piedra fría en los pies, el calor de tu mano en mi nuca y el vino en los labios.
Y cuando los ojos se me vayan cerrando, presas inevitables del trascurrir del tiempo, te diré que es hora de dormir. Mañana será un nuevo día pero será el mismo, o tú y yo lo viviremos igual. Y me acostaré con la certeza de que si el otoño que llega es como estos últimos días de verano, entonces será maravilloso; la vida será maravillosa. Recuerdo que alguien me dijo esa frase una vez: La vida será maravillosa. Estoy segura.

martes, 14 de agosto de 2012

Montaña rusa


Si la vida fuera una montaña rusa te pagaría la entrada para que fueras mi compañera de travesía. Tu función principal sería la de compartir en las alturas esos instantes mágicamente felices, esos momentos tiernos que dibujan sonrisas sinceras. Serías la luz que me ayude a distinguir lo que realmente quiero. Porque creo que el fondo buscamos lo mismo, de distinto modo o en distintos lugares y personas pero sigue siendo lo mismo, esa esencia extraña que tanto parece desentonar con el mundo.
Una buena compañera de viaje entiende que en cualquier momento la montaña rusa puede descender bruscamente hacia lo más bajo, pero que la intensidad y la adrenalina del momento justo previo a la caída hacen que valga la pena. Aunque solo sea por el privilegio que tenemos de alcanzar a vislumbrar vistas con las que otros sólo sueñan. Precisamente por eso elegimos esta atracción y no cualquier otra. Y por lo imprevisible que puede llegar a ser el rumbo que toman nuestras conversaciones.
En lo más bajo, una buena compañera de viaje sabrá frenar la caída con palabras sinceras y estará ahí hasta que los raíles nos lleven de nuevo a las alturas. Una verdadera yonki de la adrenalina es en ese momento cuando permanece más fiel a sus ideales, cuando no sabe si habrá más caídas.
La magia sorprendente que es tenerte alrededor tiñe el café con leche clara, endulza el momento sin que pierda su esencia; tal vez no lo entiendas pero haces que el aire que me golpea en la cara mientras el vagón avanza tenga un extraño sabor a viejo (“old” pero en el mejor sentido de la palabra); como algo que no se desgasta, que permanece guardado para quien sepa encontrarlo, como algo cuyo valor solo puede crecer con el tiempo hasta convertirse en ese tesoro en el que estuviste a punto de dejar de creer.
Ahora que sé que no estoy sola y que la aventura solo ha comenzado… Are you ready for another ride? Yo invito.