miércoles, 26 de octubre de 2011

S

El mundo está plagado de gente que te hace perder el tiempo. Lo sé. Todos lo sabemos. Gente que te hace querer olvidar el número par, que no te llena ni te aporta nada que, simplemente, te sobra. El mundo está lleno de mucha gente y de muy pocas personas y sólo con el tiempo empiezo a darme cuenta. Hoy me acordé de algunas personas, de algunas de esas que se quedan para siempre en tu cuerpo, ya no sólo en tu memoria. Se quedan en tu cuerpo porque a veces, sin conprenderlo muy bien, las sientes. Vienen a ti por un recuerdo, una sensación, un olor, una sonrisa y vuelves a sentirlas tanto como cuando estaban realmente contigo. Son ellas, las protagonistas eternas de historias que contarás delante de una caña en un bar o tumbada en la cama de tu habitación con unas amigas. Historias olvidadas en cierta forma en un cajón, pero que siempre estarán contigo si quieres revivirlas.
En mi camino he perdido a muchas de esas personas. Y a una de ellas hoy la echo especialmente de menos, sin saber muy bien por qué. Hoy echo de menos París con tu risa, Strasburgo con tu ropa mojada y tu perfume entremezclado con el olor del frío de Madrid.