Estoy convencida de que el tiempo
nos ha fallado. Que si iba a tardar tanto podría habernos avisado. Por lo menos
por mi parte me habría esforzado más en perdonar, en curar, en superar, en
avanzar… hasta llegar a ti. Habría intentado no perderme tanto en melenas y
curvas que ciegan en lugar de dar luz y en labios que prometen más de lo que
pueden cumplir. Te habría escrito más a menudo, por si podías oírme o leerme,
te habría esperado en todas las estaciones, por si Sants y Atocha no eran
suficiente y habría buscado tu rastro entre todos los versos que leía. Aunque en
el fondo siempre he sospechado que Loreto Sesma me hablaba de ti, que Rupi Kaur
te conoció mientras sanaba y que hasta a Vanesa Martín le faltaban palabras
para describirte. Por eso por mucho que lo intento no logro encontrarlas yo
tampoco. Si Stevie Nicks te compuso una canción y eras la luna a la que le
cantaba Camila e Iain S. Thomas escribió aquello para ti, ¿cómo no iba a estar
enamorada? Pero creo que tenía miedo, miedo a enfrentarnos con el tiempo y la
vida y que nos ganasen. Miedo a que fueras la Alaska de la que advirtió John
Green y por tanto buscarte terminase perdiéndome yo. Yo, que como Benedetti,
creía que “cada acto de amor es un ciclo en sí mismo, una órbita cerrada” me
veía a mis 32 años ante el pánico a quedarme atrapada para siempre en esta
historia. Llegó un punto, cuando tenía que decidir, que no sabía si me asustaba
más tu ausencia o tu presencia. Que temía con toda mi alma encontrarte años
después y reconocer en tus ojos a la Alison de Elvis Costello, cuando yo era
los Boston cantándole a Amanda y cuando me había pasado por el forro a los
Rolling en Angie. Como ella, tú también eras preciosa, las diferencias eran que
yo no quería decirte adiós y que las malas lenguas dirán que ni siquiera lo
intentamos. Y tendrán razón Eli, porque al final me pudo más el miedo a que
“Tal como éramos” se nos quedase pequeña y fui tan idiota que hice exactamente
lo mismo que su protagonista, me fui antes de tiempo. No dejé que te explicaras
y nos dejé tiradas. Solo ahora lo veo. Aunque ya te digo, ingenua de mí, que no
esperaba que el tiempo tardase tanto en volver a juntarnos.
lunes, 22 de mayo de 2017
lunes, 15 de mayo de 2017
Train
¿Alguna vez te has despertado y has
pensado: pillaría el primer tren a cualquier parte? Destino: Desconocido. Así
es la vida también.
Hay
trenes que vemos alejarse desde el andén y justo cuando estamos a punto de
perderlos de vista pensamos: “¿Y si ese era mi tren?” Pero lo cierto es que
probablemente no lo sea. A la vida le gusta meternos las dudas en el último
momento, cuando ya no hay marcha atrás. Yo soy más de pensar que cuando un viaje
es para ti, por muchas dudas y miedos que tengamos, al final y aunque sea en el
último momento te compras el billete, haces la maleta y te subes al vagón. Así
que si lo has perdido o no era para ti, o te venía grande.
Incendios de nieve (II)
“Creo que he vuelto a la vida
pero aún te busco en las causas
perdidas.
Permanezco quieta, callada,
estática,
cuando en realidad tengo
electricidad en el alma
mil palabras guardadas
y algo en la mirada.
Dicen los bares que hablo de ti
y mis amigos que me ven distinta,
que mi sonrisa ya no ilumina
ciudades
y que me escondo detrás de medias
verdades.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)