viernes, 29 de junio de 2012

Un hetero en el Orgullo

Un alcohólico en una barra libre. Muérdago en Agosto y helado en Otoño. Un sonajero en un entierro. El silencio en un concierto estruendoso. Miércoles. Ferrocarriles en un aeropuerto. Un solitario en París.

Me he sentido tantas veces así, tantas, TANTAS veces: Innecesario, contracorriente, minoritario, fuera de lugar.

Por un día, 28 de junio, finjo que el mundo se vuelve del revés: que al entrar en un pub tendré las mismas posibilidades de ligar que mis amigas, que toda mi familia sabe con quien salgo, finjo que nunca he tenido que esconder, ocultar, mentir, que nunca me he mordido la lengua cuando algún familiar me pregunta por mi novio o cada vez que escucho un chiste que duele.

Una amiga me dijo una vez que ella no pintaba nada en unas fiestas del Orgullo gay. No sé si es que nosotros tenemos poderes especiales de adaptación, porque lo de salir y no ver a nadie que te interesa, estar rodeado de parejas de distinta orientación sexual a la tuya y que se te acerquen personas que no te atraen por su género, me suena bastante. Bienvenido a mi vida gran parte de los restantes 364 días del año. Es raro el día que no me siento así al menos una vez, como un hetero en el orgullo.

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