Deshace la maleta en esa casa grande en la que resuena el eco
de las ruedas desgastadas por los distintos caminos y viajes. Deshace la maleta
sin saber que, al hacerlo, se enfrentará al dilema de su vida.
Agarra la cremallera entre sus dedos imaginando que es un
cigarrillo, ansiando que lo sea. Contempla el repleto contenido de la maleta y
todo le parece distinto a cuando lo metió en ella; casi como si la hubiera
hecho otra persona.
Y solo entonces repara en ese carrusel de emociones que
estalla para ella cuando vuelve a ver aquellos recuerdos ahora guardados. Ve
las risas de labios torcidos, las lluvias en verano, ve sus lunares invadiendo la
piel y la certeza de que nade será cierto. Lo único cierto para ella se
encuentra en esa maleta, en los recuerdos de ese chico al que nadie verá como
ella ha visto (o ese al menos es su mayor temor).
Y los objetos que llenan esa bolsa de viaje se distinguen
perfectamente los unos de los otros. Están los recuerdos nítidos, los que
parecen respetados por el tiempo y que permanecen igual que el día que los
creasteis; luego están los desgastados, los recuerdos ambiguos que solo tú y él
podríais entender, descifrar, asociar a un momento o lugar. Esos recuerdos son
los que os unen, los que nadie entenderá jamás por mucho que les cuentes tu
historia. Cuando la maleta desaparezca y con ella su contenido, cuando él se
vaya y tú dejes de viajar hasta su puerta (si es que alguna vez sucede
cualquiera de las dos opciones), son esos los recuerdos que llevarás contigo
(los que son solo vuestros), pase lo que pase y por mucho que los demás
pretendan borrarlos.
Si eres parte invariable de uno de esos amores que viene y va
pero que nunca desaparece del todo, como la maleta que siempre acompaña al
viajero, sabes muy bien lo que ese conjunto de recuerdos enlatados significa:
esa mezcla de sueños que espera(ba)s ver cumplidos, recuerdos que no olvidarás
y otros que preferirías no recordar. Si lees esto y entiendes lo que es esa
maleta, es que has querido alguna vez, es que has querido con TODO lo que
llevas dentro… para bien o para mal.
Y sea cual sea su futuro, tanto si conserva esa maleta para
siempre como si inicia otra con recuerdos de una nueva historia, de un nuevo
protagonista, espero que encuentre entre esos recuerdos la felicidad que ha
buscado en cada viaje, en cada lugar y en cada beso, espero que el peso de esa
maleta sea equiparable al que la otra persona ponga de su parte y que ella,
desde entonces, nunca vuelva a viajar sola.
Me gusta mucho!!!! Es real y puro..!
ResponderEliminarSoy clau, y sí, soy tan friki que me lo leí desde el móvil. Jajaja
jajaja Gracias Clau.
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