miércoles, 24 de agosto de 2011

Objetos de valor

Mis pies descalzos se deslizan por el parqué. Entro en la habitación evitando, por poco, chocar con la puerta. Sonrío ante mi propia torpeza. Sonrío ante la esperanza de que lo que vengo a buscar esté en ese armario. Abro la puerta y suspiro... Si está ahí, no va a ser fácil encontrarlo. Pero ¿y si no está? Me muevo antes de permitir que la posible respuesta a esa pregunta me alcance. Me subo a un cajón para llegar al estante superior, porque sí, soy baja. Y añado esto porque sé que esta sería una de esas situaciones que cierta persona utilizaría para meterse conmigo. La persona cuyo regalo he venido a ese armario a buscar. Y, aunque con ese pensamiento parece completarse un círculo, lo cierto, es que el regalo no está ahí.
Me quedo delante del armario revuelto, tras haber comprobado que no está ahí, en ningún rincón. Me siento frustrada, tal vez hasta decepcionada conmigo misma. Lo que he perdido no es algo caro, no es algo precioso, ni es algo que le importe a nadie más que a mí. Pero no estoy decepcionada porque algo con estas características pueda importarme tanto, sino por haberlo perdido.
Me siento en el suelo delante del armario abierto, y me doy cuenta en ese instante de que tengo algo en la mano derecha que no es lo que estaba buscando. Es una bola; no una de billar, ni una canica, ni una pelota... una bola de Navidad. Pero no es de las que se agitan para que la nieve envuelva un precioso decorado, sino de las que se cuelgan en los árboles como adorno. Y tampoco es cara, ni tiene nada que aparentemente la distinga de otras, ni es demasiado bonita, ni la conseguí de forma especial. Pero es probablemente parte del mejor regalo que he hecho nunca. Lo que distingue ese adorno de cualquier otro de los que pueda tener en mi casa en Navidad, es que ese encierra una historia. Y para mí, los objetos más valiosos son los que tienen una historia detrás.
Guardé la bola en su sitio, dándome cuenta de que nunca llegaré a colgarla en ningún árbol. Cerré la puerta del armario y me senté a escribir esto, a rememorar aquella historia.

1 comentario:

  1. Sin duda, un objeto no es nada si no tiene una historia que le añada ese algo especial. Los demás son solo cosas.

    ResponderEliminar