martes, 28 de febrero de 2017

Mi amiga de la barra

Hace un tiempo, hablando con ella de lo que buscaba en una chica, empecé a preguntarme por qué hay mujeres como mi amiga que siguen solteras. Mi amiga no es Angelina Jolie ni Scarlett Johannson, ni falta que hace, pero es guapa, es divertida, inteligente, con los pies en la tierra, unos ojos preciosos y un cuerpo fantástico que no tiene ningún pudor en lucir con sus amigas (tengo fotos en mi móvil que así lo demuestran).

Mi amiga es una chica de verdad, que no se queda en casa a esperar  a su príncipe azul sino que busca a un tío normal que le mueva por dentro. Un tío que le de la caña justa pero que también sepa recibirla, que le rebata con coherencia el tema político de actualidad, que no se obsesione si tarda unas horas en contestar a un whatssapp porque tiene una vida.

Porque es así, tiene una vida más allá de sus relaciones sentimentales. Es posible, por mucho que a algunas les cueste comprenderlo. Es una mujer independiente de verdad, no como las que creen serlo y parece que se desmoronan si pasan más de dos días sin estar pegadas a un hombre. Eso no implica que no le encantaría encontrar a su persona, pero que sabe que sus compañeras de vida también son sus amigas, sus viajes o escapadas, su carrera, su Pontevedra.

Mi amiga es una tía normal, que se lleva las manos a la cabeza cuando le cuento las pendejadas que otras me hacen; aunque ya no le sorprendan. A ambas nos cuesta bastante entender por qué la gente no es capaz de ser consecuente con lo que dice y lo que hace, por qué no puede haber una línea de coherencia entre lo que dices a las tres de la mañana con tres copas de más y lo que dices a las tres del mediodía con un ibuprofeno en mano. ¿De qué tiene tanto miedo la gente? Y si todos actuásemos así, ¿llegaríamos alguna vez a algún lado?

Y al final tienes razón, lo que busco es muy similar a ti, salvo por el pequeño detalle por el que ya me has pedido perdón que es tu predilección por los hombres. No busco princesas a las que rescatar, quiero que salten obstáculos conmigo y que su madrastra, su pasado o sus fantasmas no guíen cada paso que demos. Me encanta que estén locas, es verdad, pero no si sus impulsividades y sus picos de adrenalina nos llevan a dar bandazos en la vida sin ningún sentido, no si sólo pueden decirme las cosas que piensan cuando el alcohol les nubla y el calentón aprieta. Creo que ambas pensamos que somos mujeres libres y al final besamos y follamos con quien nos da la gana, pero también es cierto que nuestros besos valen más que eso, que a veces tenemos que decir "hasta aquí llegamos". Necesito a una persona lo suficientemente liberal como para que, aún siendo hetero, se plantee tener hijos con otra amiga si la vida se da así; una persona que aunque no llore y se emocione constantemente como lo haría yo, si que tenga su sensibilidad y sepa apreciar muchas cosas que otros no ven; una persona con la cabeza amueblada, los pies preparados para bailarle a la vida y la boca dispuesta a hablar sin tapujos de lo que surja en nuestras conversaciones.

Hemos vivido juntas la transición de Bruce a Caitlyn Jenner, de la resi al piso de los ojos verdes y la mía de Pontevedra a Barcelona. Hemos sabido superar distanciamientos, problemas nuestros o ajenos y a Shonda. No nos caíamos especialmente bien en el instituto, empecé a conocerte en la universidad y puedo decir que te quiero en este limbo postuniversitario. Te quiero como tú quieres a una barra de bar o a tu zumo de piña, como queremos al Madrid, con sus rachas menos buenas pero con constancia y sabiendo que estás ahí cuando lo necesito, que el tiempo pone a cada uno en su lugar y a ti te ha puesto en mi vida y que hay reflexiones de borrachera que se mandan en notas de voz que bien valen la Décima. Te quiero casi tanto como “chocolate”, CASI. Y estoy deseando que la tía que se parezca a ti haga su aparición estelar, que me revuelva la vida y la cama y que nuestras historias te gusten por verme feliz más que porque puedan ser argumentos de algún libro futuro. Y ojalá tú encuentres también a un niño así, que alguno tiene que quedar en el mundo. Y ojalá te haga dejar de pensar en tu reloj biológico y en cualquier reloj porque te pare el tiempo.


Me preguntas qué me ha inspirado hoy y supongo que es una mezcla de todo, que hace tiempo que reflexiono mucho sobre la gente que tengo que dejar ir en mi vida y sobre cuánto me cuesta a veces, cuántos años, cuántos rounds, cuántas caras distintas con el mismo nombre. Hace tiempo que escribo sobre alejarme de chicas que llevan “problemas” escrito en la cara, que no saben lo que quieren y que no valoran que las quieran. Hace tiempo que escribo sobre fantasmas que aún veo en mi presente y sobre decepciones que me duelen cuando llueve y sobre personas inmaduras con veinte, treinta o cincuenta años. Y creo que ahora que se acerca mi cumpleaños y que estoy lejos de casa y de los míos y de ti, también es necesario cambiar el chip y pensar en todo lo que sí tengo, en las personas que como tú me aportan vida y ganas y futuro. Hoy se me ha cruzado en la mente la imagen de una niña rubia de ojos verdes que baila y bebe y quema la noche y que, como todos, también tiene resaca al día siguiente, pero que sigue buscando el amor en la barra de un bar. Hace tiempo que dijimos que iba a ser nuestro año, la encuentre o no seguirá siéndolo. 

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