viernes, 3 de febrero de 2017

La moto de mis sueños

He soñado toda la noche contigo. Llegabas en tu moto que ni siquiera sabía que tenías y me mirabas como pidiéndome perdón porque llegabas tarde; unos minutos esa noche y unos años en mi vida. O quizás no, tal vez llegabas en el momento correcto, pero nunca lo sabremos porque a los dos nos encanta jugar al despiste.


Te quitabas el casco y tu pelo se confundía con la noche. Y yo sonreía al verte por fin. Tonteábamos un poco y entre juego y juego me daba cuenta de que hacía tiempo que no estábamos tan cómodas como en ese sueño, lo cual es un poco triste. Supongo que esa es la magia que tienen los sueños, que no hay consecuencias, no hay después, no hay compromisos, ni expectativas, ni decepciones, ni malos entendidos siquiera. Yo te miraba, tú me mirabas. Sonreíamos. Te bajabas de la moto y pasábamos la noche juntas.

Suelo pensar que la mayor parte de los sueños significan algo. Hace un par de días que me monté en moto por primera vez  y hace un par de meses que me abrí a volver a sentir algo por una chica; supongo que el hecho de que todos esos factores se junten en este sueño, que tú estés en él, tiene algún significado. El problema llega cuando abro los ojos, el sueño termina, y no estás ahí. Sé que no vas a estar porque ya me has dejado claro que he perdido mi ocasión. O quizás quien la haya perdido seas tú. La conclusión es que no puedo vivir sólo de sueños.

Una vez en una serie escuché que una chica decía la siguiente frase sobre las motos: “lo que me da miedo no es caerme, es lanzarme”. Y creo que eso es un poco lo que me ha pasado contigo.

Escucho y leo mucho a Loreto Sesma últimamente y creo que se nota; hace tiempo que dejé de confundir cualquier boca con una salida de emergencia, pero sí que sigo viendo cada naufragio como una oportunidad de aprender a nadar. Ya no creo en las historias de una noche, no las busco, no me representan. Pero si este sueño fuese sólo eso, una historia de una noche, sin duda has sido la mejor.


Preferiría verte en persona que verte sólo en sueños. Preferiría que mi sonrisa temblase menos que mis manos cuando te pienso, que me diese más miedo subirme a tu moto que encontrarme tu mirada y sólo ver indiferencia, o lo que es peor, no encontrarla siquiera. Preferiría agarrarme a tu cintura con cada curva que tomemos y no ver que siempre son otras manos las que te acarician. Preferiría parar en el camino las veces que hiciese falta para entenderte mirándote a los ojos y no tener que interpretar lo que me dices con el ruido de fondo del resto del mundo y el casco siempre puesto. No sé si no he aprendido a quitártelo por falta de habilidad, por falta de ocasión  o por falta de experiencia. Pero sin duda no ha sido por falta de ganas. Quizás es que se corre menos riesgo desabrochando cremalleras. Quizás nuestro seguro de vida no cubría más accidentes ni más incendios y creo que a estas alturas las dos sabemos que precisamos pocas chispas para explotar. Quizás si hubieses mirado alrededor entre semáforo y semáforo te habrías dado cuenta de que da igual en qué país conduzcas, lo importante son las señales. Quizás si te hubieses parado a mirarme un solo minuto habrías encontrado en mis ojos todas las respuestas. Quizás, después de todo, el verde no era tu color. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario