sábado, 7 de enero de 2017

Astronomía

Pienso que existen dos tipos de persona en el mundo, dos formas de entender el universo. Por un lado están los que creen que el Sol y la Luna se aborrecen, se repelen tanto por ser tan opuestos, tan noche y día, que uno sólo aparece cuando se va el otro, que apenas pueden coincidir más que cuando se produce un eclipse. Luego están los que piensan lo contrario, los que conocen su historia porque alguien se la contó, porque la leyeron o porque la han vivido. Éstos últimos están convencidos de que todas sus diferencias son las que atraen a la Luna y al Sol, que el Sol se va cada día para dejar que la Luna tenga su espacio, que viva su noche, y que no sabe que en realidad ella también lo busca a él. Como cuenta la leyenda, en esta visión de nuestro mundo, el Sol y la Luna viven esperando los escasos momentos en que pueden estar juntos, es entonces cuando aparcan sus diferencias y viven su eclipse.


Y todo esto viene a que no sé qué tipo de persona eres tú, si el primero o el segundo, si sólo ves las cosas de forma práctica y superficial o si crees en la magia tanto como yo. No sé si te gusta rascar un poco en las personas para ver más allá de lo que te dicen tus ojos o si en tu cama hay tanto tráfico que no hay espacio para estúpidas reflexiones de este tipo.


No tengo claro si yo era la Luna, si me empeñaba en perderme en la noche y dormía mis resacas mientras tú brillabas o si, por el contrario, he sido el Sol en esta historia y siempre me marchaba para dejarte tu espacio con la esperanza de que alguna vez vinieras a buscarme. Quizás sólo fuimos un eclipse, coincidimos en un lugar y momento determinados por un período corto de tiempo. Quizás me cegó tanto mirar tu imperfecta belleza que me quedé aturdida por un tiempo, que no supe ver que eras fugaz y que cuando el tiempo pasara tú te irías con él. Probablemente tampoco entiendas qué hago escribiendo sobre ti, qué clase de tormenta solar tengo en la cabeza para llegar a semejantes reflexiones o darle vueltas a algo tan simple; perdóname, supongo que cuando era pequeña no aprendí suficiente sobre astro no mía

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