domingo, 12 de junio de 2011

Inspiración

¿Dónde estás ahora? ¿Por qué te has ido? Ya no puedo verte; te busco y no estás, me callo pero no te oigo, sonrío a veces pero lo hago sola.
Antes siempre ibas conmigo, éramos una, jamás me dejabas; miraba a mi lado y estabas, te llamaba y me abrazabas.
Jamás me diste las cosas hechas, pero me ayudaste a hacerlas, me dabas fe, me hacías creer en un futuro. Futuro. Ya no hay futuro. Sin ti jamás llegaré a nada, jamás podré volver a coordinar las palabras para que no solo tengan sentido si no que además digan algo, jamás tendré ideas sobre las que escribir, jamás sabré cuando debo usar uno u otro término, jamás volveré a escribir.
Me había acostumbrado a vivir contigo. Te había jurado amor eterno, porque siempre te quise, desde que estábamos juntas, desde que era pequeña. Aún recuerdo aquella noche en que me enseñaste el camino y la forma de recorrerlo, aún recuerdo aquel cambio tremendo. No sé qué lo motivó, pero apareciste y gracias a ti dejé de escribir simples hechos subjetivos, inconexos y carentes de significado y empecé a escribir lo que sentía, empecé a construir mi propio mundo de fantasía.
Creo que si no fuera por ti no habría llegado a entenderme a mí misma. Me habría ahogado en mis propios sentimientos sin llegar nunca a saber lo que había pasado realmente. ¡Hemos compartido tantas cosas! ¡Has pasado tantas noches a mi lado! ¡Has presenciado tantas lágrimas, tantos secretos, tantas decepciones, tantos deseos, sueños e ideales!
La primera pregunta que me viene a la cabeza es: ¿cómo sería yo si nunca te hubiera conocido? Y respondo sincera y espontáneamente que sin ti yo no habría aguantado, me habría quedado en el camino. No habría un yo.
Eres la única que nunca me ha fallado. La única que permaneció a mi lado durante todos estos años, la que me ha visto crecer. Tú conoces mejor que nadie lo que pienso, lo que me hace reír, lo que me hace llorar. Contigo nunca tuve que fingir, era yo misma al cien por cien las veinticuatro horas. No pienso rendirme. No pienso vivir sin ti. Sigo buscándote. Te busco en los ojos de la gente, en cada libro que leo, en mi cama, en cada amanecer, en la música, en mi alma. Sé que tienes que estar en algún sitio, esperando a que te encuentre.
¿Te acuerdas de aquellas palabras que me susurrabas al oído para que durmiera? Solo aquello conseguía calmarme… Ya no estás, ya no hay palabras, por eso desde que te fuiste apenas consigo dormir.
¿Cuándo te perdí? ¿Cómo? Tal vez fue entre copa y copa, o cuando agaché la mirada una vez más. Quizás fue cuando me rompí el alma o cuando volví a decir esa puta palabra. Puede que fuera cuando no me atreví a hablar, a defenderme o cuando mandé aquel estúpido mensaje.
Cuando me sentaba a escribir, a construir ese mundo irreal siempre creía que estábamos huyendo y me repetías una y otra vez que no huíamos, que tan solo buscábamos nuestro lugar en el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario