lunes, 23 de julio de 2012

Una sala de cine (Parte 2)


Sabes que se ha acabado cuando metes sus cosas en una caja, cumpliendo el topicazo de las series y películas americanas. Sabes que se ha acabado cuando no está en tu lista de llamadas recientes, y su icono no aparece en tu pantalla en ninguna red social. Sabes que se ha acabado no cuando dejas de hablar de ella, sino en ese momento en que te das cuenta de que lleva días sin cruzar por tu mente. Pero, sobre todo, lo sabes en ese instante en que ves cerrado el cine en que descubriste que te habías enamorado de ella.
Ahora ves borroso tu posible futuro con esa chica, como el rastro de esos carteles ahora arrancados pero que en su día brillaron siendo los éxitos más recientes de la taquilla.
Intentas recordar cada minuto en ese cine y te lamentas por no haber intentado grabarlo en tu mente en su día, por no memorizar ese momento que te cambió la vida. Te enamoraste por primera y única vez hasta el momento entre esas butacas, y hoy solo quedan unas entradas gastadas guardadas en una caja y que son, apenas, un leve recordatorio de que eso realmente ocurrió, no lo soñaste. Ella no era un producto de tu imaginación; de haberlo sido probablemente seguiría a tu lado. De haberlo sabido, tus ojos habrían visto de forma distinta aquellas películas.

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