Esta noche soñé contigo; estabas vivo. Teníamos un último día y paseábamos por la calle. No te puedes ni imaginar el grito que pegamos Álex y yo al verte. Echamos a correr hacia ti y te abrazamos. Tuvimos un último abrazo. Creo que nunca he sido tan feliz.
Era fin de año y fuimos a tu casa a cenar. Me senté a tu lado, como en casi todas las cenas o comidas importantes que celebrábamos allí.
No recuerdo mucho más, salvo ese sentimiento de absoluta paz y protección que lo inundaba todo por tenerte a mi lado.
Te echo de menos. Te echaré siempre de menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario